Mucho se ha escrito sobre los niños; mucho se
seguirá escribiendo y, a pesar de eso -o tal vez por eso-, no es posible
penetrar más allá de la fisiología o la anatomía. En un intento desesperado de
asomarse a su pensamiento, se inventó la psicología, que en general ha
resultado útil pero no es todo lo que puede definir a los niños.
No existe en el mundo alguien que sepa lo que
es un niño, lo que piensa, su forma de ver y conceptuar las cosas, el mecanismo
en que se basa su razonamiento lógico, su personal percepción del mundo que le
circunda o la esencia y razón de sus actos. Nada se sabe tampoco sobre la formaen que se elaboran sus juicios de valor.
Lo que aquí se consigna no es otra cosa que una opinión que se suma a las miles que existen. Debe tomarse únicamente como lo que es, sin más pretensión que compartirla con tantos y tantos amorosos padres que sufren la angustiosa sensación de estar fallando en la conducción de sus hijos o la de no saber qué hacer.
Lo que aquí se consigna no es otra cosa que una opinión que se suma a las miles que existen. Debe tomarse únicamente como lo que es, sin más pretensión que compartirla con tantos y tantos amorosos padres que sufren la angustiosa sensación de estar fallando en la conducción de sus hijos o la de no saber qué hacer.
También pudiera ser de alguna utilidad a todos aquellos padres que están
plenamente convencidos de estar haciendo las cosas bien, de no equivocarse.